lunes, 30 de julio de 2012

Ladran, luego cabalgamos.

Los que, en diferentes grados de compromiso, estamos en UPyD desde sus inicios, podemos certificar, con imborrables recuerdos, las distintas fases por las que hemos pasado. Hoy Rosa Díez nos recuerda una frase de Gandhi: "Primero te ignoran, luego se ríen de ti, después te atacan y después tú ganas". Y es obvio que, efectivamente, nos encontramos en la tercera de esas fases: a día de hoy tanto las Nuevas Generaciones del PP como los filoterroristas vascos te pueden perfectamente llamar "fascista", y estos insultos propios de maledicientes o ignorantes se acumulan a los que venimos soportando en las últimas semanas: recientemente, una parlamentaria del PP vasco me acusó de colaborar con la "izquierda abertzale" y un diputado socialista de atacar el Estado de Derecho. ¿Qué no dicen de nuestra magnífica Irene Lozano cuando clama contra los desmanes en Bankia y qué no escriben de Toni Cantó cuando les canta las cuarenta? ¿A qué insultos hemos tenido que enfrentarnos tanto en la Asamblea de Madrid como en el Ayuntamiento de la capital? ¿Qué han tenido que escuchar Ramón Marcos o Jaime Berenguer en cuanto han descubierto las vergüenzas de PPSOE? ¿Qué nos vienen contando nuestros concejales de aquí y de allá, a quienes se les impide incluso en no pocos casos la participación política municipal por no ser de la secta?  

Fernando Savater lo simplificó perfectamente el día en que presentamos nuestros primeros 700 candidatos allá por 2008: nos decían "no vais a sacar ni 700 votos"; pues bien, 700 votos no... ¡700 candidatos! Felipe González, despreocupado, cuando conoció el proyecto magenta se expresó como él suele expresarse:  "Me parece cojonudo". Los medios de comunicación, sin darnos en ningún caso ninguna cancha sino todo lo contrario, afirmaban que lo nuestro animaba la política española y que podríamos condicionar de alguna manera algunas posiciones del Partido Popular o del Partido Socialista. Éramos simpáticos pero en ningún caso alternativa. Lo nuestro no tendría recorrido. Era imposible crear un partido político nacional y salvar las insalvables barreras de entrada de la política española. Muchos nos odiaban, pero no les preocupábamos porque pensaban que sus lentejas seguían estando a salvo.

Hubo otro tiempo en que comentaristas televisivos, periodistas afamados y representantes políticos, todos a una y de la mano, pretendieron reirse de nosotros y de nuestro proyecto: "¿de verdad que pensais que todo eso que planteais es serio?". Se referían a todo aquello que es de lo único que ahora se habla en todas las tertulias del país: el Estado Autonómico, la politización de las cajas de ahorros, la politización de la Justicia, la necesidad de regenerar la democracia, el sectarismo de los grandes partidos, la partitocracia o el alejamiento progresivo de los ciudadanos respecto de los políticos. Nos tomaban por locos. "España va bien", nos gritaban en la oreja los altos representantes orgánicos de la izquierda y la derecha.

Al comienzo de la legislatura vasca el PP me invitó a irme a Madrid (pretendían ignorarme) y tales improperios los complementaba más tarde el PNV: estos, en cuanto el debate se encendía... terminaban afirmando: "ustedes tienen un escaño y nosotros, 30", es decir, pretendían reirse de nosotros. Ahora me llaman ruin y me acusan de colaborar con la "izquierda abertzale" y de querer acabar con el "Estado de Derecho". PP y PSE, de la manita, con un sola voz, al unísono. Fuimos el partido de Rosa Díez para después ser un partido madrileño y ahora un partido español... aunque demagogo, oportunista y muy peligroso: es un hecho que nuestros seis "asesores" asturianos, sin ir más lejos, representan más gasto que sus 16.500. Ejem. Yo les digo que no se preocupen tanto porque se les va a ir la salud y, al fin y al cabo, nuestras intenciones son exquisitas: no es que pretendamos sustituirles u ocupar su lugar sino sobre todo ofrecer un proyecto alternativo a miles de ciudadanos que lo necesitan. Es posible que, en el camino, muchos de los que ahora nos injurian tengan que dedicarse a otra cosa fuera de la política, pero no es estrictamente eso o sólo eso lo que pretendemos: queremos ayudar a la sociedad a salir del agujero (¿institucional?) en el que nos han metido. Si lo conseguimos, estaríamos ya en la cuarta fase citada por Gandhi y recordada por Rosa.

miércoles, 18 de julio de 2012

La obsesión del PP con UPyD.

Vaya por delante que creo que es perfectamente comprensible que el PP, y especialmente el PP vasco, viva obsesionado con UPyD. Al fin y al cabo, el PP es una de las dos patas del bipartidismo, acérrimo defensor del statu quo vigente y contrario a cualquier tipo de reforma que perjudique sus intereses particulares o partidarios, bien sea la reforma de la ley electoral, la supresión de las diputaciones provinciales o la fusión de municipios, entre otros muchísimos. Nuestra existencia deja en evidencia su conservadurismo más reaccionario.

De hecho, quienes durante estos tres años y medio me han dicho cosas más gruesas en el Parlamento Vasco han sido seguramente los diputados del PP, tan constitucionalistas ellos. El primero en mostrar públicamente muchos nervios fue Antón Damborenea, quien me mandó "a Madrid" cuando critiqué el Concierto Económico, al más puro estilo nacionalista de mandar para la capital a todos los vascos que osan no ser nacionalistas. Por su parte, Antonio Basagoiti cita a UPyD incluso cuando le preguntan por el Athletic, cualquier excusa le vale: lo hizo cuando intervino hace unos meses en el Fórum Europa en Bilbao, ante la sorpresa general, y sin que nadie le preguntara nada: "no nos preocupa UPyD y no tiene ninguna posibilidad de continuar en el Parlamento Vasco", a lo que respondió rápidamente un compañero de su partido sentado a mi derecha: "¿entonces para que lo citas?". Ayer mismo volvió a hacerlo en eso que se llama "El Gato al agua", para criticar con mentiras que Rosa no haya renunciado a una supuesta pensión vitalicia a la que no tiene derecho... precisamente por una iniciativa nuestra en el Parlamento Vasco. Aún recuerdo la posición política del PP defendida en la ponencia: no la expresaré públicamente por cortesía parlamentaria. Por su parte, el inactivo Iñaki Oyarzábal se ha visto contra las cuerdas en innumerables ocasiones: tuvo que desperezarse ante iniciativas nuestras referidas a la supresión de las multas lingüísticas, la libertad de elección lingüística en la educación pública o la supresión de las discriminaciones por razón de lengua en el acceso a un empleo en la Administración. Casi siempre perdió los nervios porque comprendió que UPyD no iba a ceder ante la presión nacionalista. Y así unos cuantos más, casi todos, quienes habitualmente citaron a Rosa para vilipendiarla, poniendo en evidencia sus complejos y nervios. La última es bastante conocida: Mari Mar Blanco mintió desde la tribuna al relatar afirmaciones personales que yo nunca dije y... terminó insultando a la inteligencia al acusarnos de "colaborar con la Izquierda Abertzale". 

Ya digo. Para no tener ninguna posibilidad de continuar en el Parlamento Vasco (ejem), están ciertamente nerviosos. A decir verdad, tanto al PSOE como al PP les ponemos de los nervios. Basta con observar lo que viene ocurriendo en el Congreso de los Diputados o en la Asamblea de Madrid. Quizás la explicación yo mismo la expresé en una de mis primeras intervenciones parlamentarias: "comprendo perfectamente la dificultad en la que sitúa a determinadas formaciones políticas la presencia en esta Cámara de esta nueva formación política que represento. De esta formación política que defiende los mismos principios en el Congreso de los Diputados, en este Parlamento y, ya lo verán, en el Parlamento Europeo". Pues sí, tres años y medio después parece confirmarse que el establishment tiene un enemigo con nombre de partido político. Pero nuestras intenciones son del todo punto bienintencionadas: se trata de regenerar la democracia y acabar con el statu quo vigente del que vive esta gente. Es casi comprensible que nos nombren para criticarnos: es la lucha por la supervivencia.