lunes, 27 de octubre de 2008

DIALOGAMOS LUEGO CAMBIAMOS EL MUNDO.

Aludía Javier Gómez en una de sus primeras entradas de su nuevo blog a una conversación mantenida con su tocayo menor y amigo nuestro y la supuesta incapacidad de la misma para cambiar el mundo: "Nuestra conversación probablemente no cambiará el mundo..."; a lo que yo mismo le contestaba, en tono pretendidamente poético que, de eso nada, que siempre que conversamos cambiamos el mundo. Y no era broma.
Recientemente, la recién premiada con el Príncipe de Asturias Ingrid Betancourt, esa heroína de ficción perteneciente a nuestros tiempos, real como la vida misma aunque parezca surgida de una pesadilla, reivindicaba el diálogo político para acabar con el terrorismo en España. Es evidente que su metedura de pata proviene de su ignorancia acerca de los temas que nos ocupan pero, sin saberlo, estoy seguro que sus declaraciones son básicamente una muestra de apoyo a los que rechazamos la negociación con los terroristas: al fin y al cabo, esta mujer viene defendiendo sus propuestas en sede parlamentaria. Ya años atrás, Gemma Nierga, y tantos otros antes y después, reivindicaba el diálogo directo con los asesinos de Ernest Lluch en la propia manifestación de rechazo, ante los rostros palidecidos del entonces presidente de Gobierno y otros representantes institucionales. Efectivamente, otro error de manual, pues ya sabemos perfectamente bien a estas alturas que la primera de las claves para acabar con ese submundo es repetirles tantas veces como nos amenacen (y nos amenazan a todas horas) que no se negociará nada con quienes, no sólo carecen de representación popular, sino que pretenden acabar con ella.
Cuando digo que incluso quien se equivoca tan flagrantemente nos echa sin quererlo un capote o al menos nos da la razón, lo digo porque no hay posibilidad ni científica ni física de mantener un diálogo resolutivo del tipo que sea con quien trabaja por horas en la cosa terrorista: el diálogo debe ser de igual a igual... y para eso están todos los parlamentos del mundo, cuya antítesis la representan las bandas terroristas que nos asolan. Para dialogar y realizar propuestas existen las diversas asociaciones y los partidos políticos, que deciden conformarse legalmente como tal y orillar toda expresión violenta. Para acabar con la palabra están las bandas terroristas.

miércoles, 22 de octubre de 2008

AY, MADRE, LA TRANSVERSALIDAD.

No es la transversalidad un concepto que me interese en el día a día demasiado. Seré claro: me interesa tanto como la música de Bisbal o el último ganador de Gran Hermano. Pero que no me interese no significa que sea un concepto que rechace o trate disimuladamente de esquivar, sino que no creo que sea algo que exija una dedicación especial o un reconocimiento público, un recordatorio expreso o diario, una especie de penitencia mañanera antes de comenzar a trabajar: prefiero dar argumentos. Lo más raro que he leído en los blogs del partido, aparte de mis meteduras de pata producto de mi carácter, es reclamarse uno mismo individualmente transversal, algo así como llamarse a sí mismo coalición, federación o liga inter-bares. Algunos reivindican el término como si pudiera ser la base ética sobre la que asentar el respeto a las personas, como si dicho respeto no fuera posible antes, una suerte de nuevo elixir para la paz mundial. Para otros, es la excusa perfecta para formar parte del colegio de abogados siendo cicloturista o reo, ya me entienden. Pero allá cada cual: ya somos mayorcitos. Llevo respetando a todas las personas que me rodean desde el día que entendí de qué iba la política y sobre todo la vida (y me he juntado con tíos con ideas bastante repulsivas, por cierto), por lo que sigo discutiendo acerca de ideas casi con cualquiera, es lo último a lo que pienso renunciar. Desde este punto de vista, nuestra transversalidad no me hace ser más respetuoso ni menos sectario.

Ciertamente, este partido se considera transversal, y afortunadamente. Esto es, recoge personas ni sectarias ni dogmáticas de distintas tendencias ideológicas que no comulgan con otra cosa mejor que esta nueva, se oponen a la vieja dialéctica derecha e izquierda y consideran que es, no sólo necesario, sino posible dignificar la política. Y sobre todo: personas que realizan propuestas autónomas, distintas o no a las de los partidos políticos que nos han venido defraudando en los últimos tiempos. Por tanto, lo entiendo como un concepto previo, una declaración de intenciones, una forma de expresar que tanto unos como otros han venido defendiendo proyectos defendibles ahora por nosotros y, cómo no, proyectos que abiertamente rechazamos. Somos tan magnánimos como Aristóteles, por lo que no tenemos problemas en coincidir con los más raros del lugar, si se presenta el caso.

Así, nos unimos, reivindicamos unos principios básicos pero claritos como el agua, elaboramos un manifiesto fundacional que plantea cuestiones muy concretas (su lectura beneficia enormemente su salud y la de los que le rodean) y, ay, formamos un partido político. No somos por tanto, un cajón de sastre ni tampoco una oenegé. Tomamos partido (distinto a entero, que abarca todo) y elaboramos un programa. Por si dejarnos guiar por principios fundacionales fuera poco, nos mojamos en sede parlamentaria casi semanalmente, defendiendo dichos principios básicos que señalo arriba y cito ahora: universalismo, laicismo, progresismo e igualitarismo. Casi nada. Ni el PSOE ni el PP, sin ir más lejos, son ninguna de estas cuatro cosas. Pero ninguna, y nosotros, todas.

Por tanto, la transversalidad no es que cada uno de los afiliados que formamos el partido sea independiente para defender su propia moral o visión del mundo, esto ya lo dábamos por supuesto antes. De ser la transversalidad una especie de salvoconducto para driblar compromisos, programas o ideas, los partidos tradicionales y por citar uno el socialista, sería el más transversal del mundo: en cada región del Estado defiende una cosa distinta. Pero nosotros no: defendemos esto y aquello, y no esto otro, y en todos los lugares, frente a cualquiera. Y sobre algún tema concreto, podremos decir: sobre esto no tenemos opinión o las tenemos tan distintas que preferimos callarnos. ¿Pero hay forma más grande de mojarse que diciendo incluso esto? Y claro: ser transversales no significa que valga todo. No somos ni marxistas leninistas ni pertenecemos al Ku Klux Klan, por ejemplo. Tenemos UNAS ideas. No todas.

sábado, 18 de octubre de 2008

¿QUÉ ES PROGRESISMO?

Junto con el laicismo, el universalismo y el igualitarismo, el progresismo es una de las señas de identidad de nuestro partido. Así lo recoge el manifiesto fundacional y así lo han venido repitiendo los responsables de transmitir a la opinión pública qué es aquello que somos. Así pues, parece que estamos mayoritariamente de acuerdo en que somos progresistas. Y digo mayoritariamente porque hay quienes, haciendo una lectura a mi entender equivocada de la transversalidad (otro día hablo de ésta), afirman no serlo en absoluto. No seré yo quien pretenda dejar de ser progresista limitando sus derechos, pero dudo y dudo mucho que quien no se reconoce como progresista pueda sentirse cómodo en este proyecto. Salvo que en el fondo estemos de acuerdo, pero existan disfunciones conceptuales.

Obviamente, una cosa es sentirnos todos progresistas y otra muy distinta que todos entendamos lo mismo cuando reivindicamos en voz alta el progresismo. Me explico: no voy a concluir que sea mi definición la correcta, sino que, sea la que se le dé, sea ésa y no otra la reconocida por todos nosotros. Según el manifiesto fundacional, “ser progresista es luchar contra las tiranías que pisotean la democracia formal, así como contra la miseria y la ignorancia que imposibilitan la democracia material. (…) Ser progresista, además, significa creer que la actividad política puede y debe mejorar las condiciones de vida de nuestra colectividad: a algunos no les interesa la política más que como medio para defenderse del Estado, pero nosotros queremos lograr por medio de la política un Estado que nos defienda mejor a todos”. El coautor de dicho manifiesto (recientemente premiado), en uno de sus últimos divulgativos ensayos, contrapone el ser reaccionario al ser progresista y cita a la Real Academia para delimitarlo: ir hacia delante define al progresismo. E intuyo que no tanto ir hacia delante como expresión ineludible del paso del tiempo, venga lo que venga, sino en el sentido de ir hacia una mejor situación, que en política es aquella que nos permite una mayor libertad y una mayor justicia. Por tanto, y estoy plasmando mis puras abstracciones y lo que yo mismo entiendo por el concepto, no libre de equívocos, se es progresista cuando se aplican políticas tendentes a una mayor justicia y una mayor libertad de una mayoría de ciudadanos que deben ser tratados de manera igual, es decir, cuando se le permite al ser humano tener una mayor autonomía, una mayor conciencia de sí mismo, ser más dueño de su propio destino y hacer efectiva su mayoría de edad, con todas las consecuencias. Ser progresista es, a mi entender, tratar de ensanchar los espacios de libertad, extender derechos políticos. En sentido negativo, y sé que toco hueso, quien se aleja de los fantasmas y del miedo que las diversas iglesias puedan transmitirnos, así como de las tradiciones y de las costumbres acatadas y asumidas sin previa reflexión. Son progresistas, vuelvo al ensayo, quienes luchan contra la miseria y la ignorancia, y reaccionarios quienes las favorecen por cualquier razón. Y progresar, por tanto, puede ser tanto innovar como conservar lo conseguido, siempre que ese logro a conservar nos permita ejercer más plenamente nuestra libertad, aún a riesgo de equivocarnos, cómo no.

viernes, 17 de octubre de 2008

MÁS SOBRE EL SÁHARA.

Desde su nacimiento, UPyD se ha posicionado inequívocamente a favor de una solución justa del conflicto del Sahara Occidental que respete los derechos y la voluntad del pueblo saharaui.

Del Manifiesto Fundacional de septiembre de 2007:

"Política internacional sensible a las transformaciones consecuencia de los procesos de globalización e integración mundial, incluyendo el intercambio de grandes poblaciones de distinta tradición cultural a través de la inmigración económica y política, con vistas a lograr que estos grandes cambios, en lugar de favorecer la intolerancia cultural, el fundamentalismo religioso y la tiranía política, impulsen el progreso de la humanidad y el libre desarrollo de la civilización y de los principios democráticos universales en todo el mundo. Que, por otra parte, corrija el apoyo prestado a regímenes autoritarios o populistas tanto en Latinoamérica como en el norte de África, dando una respuesta justa y equitativa a la deuda moral que los españoles tenemos contraída con el pueblo saharaui. Que, afirmando la soberanía nacional en los foros internacionales, promueva también la profundización de la integración europea, fortaleciendo a la Unión Europea en los terrenos político y de defensa para que los europeos podamos encontrar el lugar que nos corresponde en el concierto internacional".

Del Programa Electoral a las Elecciones Generales del 9 de marzo de 2008:

"Otro punto esencial de atención para UPyD es Sáhara Occidental. UPyD rechaza los Acuerdos de Madrid firmados con Marruecos y Mauritania, y aprobados en noviembre de 1975 por las Cortes de la Dictadura, y reitera la valía de la Resolución 1514 de la Asamblea General de Naciones Unidas, de diciembre de 1960, sobre el derecho a la independencia de las colonias, y la valía de la decisión de la Corte Internacional de Justicia de octubre de 1975 sobre el Sáhara Occidental, donde se defiende el derecho a la autodeterminación del pueblo del Saharaui. Así, UPyD apoya la celebración del referéndum de independencia propuesto por la ONU y bloqueado hasta ahora por Marruecos. UPyD promoverá abiertamente el reconocimiento, por parte de España y de la UE, de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) si Marruecos sigue bloqueando la celebración del referéndum de independencia auspiciado por la ONU".

miércoles, 15 de octubre de 2008

SÁHARA, 33 AÑOS.

El próximo día 6 del mes de noviembre se cumplen 33 años de la “Marcha Verde”, esto es, la ocupación marroquí del Sáhara Occidental, territorio colonizado y perteneciente entonces a la España de un Franco moribundo. Días después de aquel lejano año de 1975, día 14 del mismo mes, se firmaban los vergonzosos Acuerdos de Madrid, a través de los cuales y contraviniendo el mandato de las Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia, se entregaban a las soberanías mauritana y marroquí el presente y el futuro, hasta hoy, de miles de ciudadanos sin derechos y sin libertad. Aunque llamar ciudadano a quien no tiene donde caerse muerte sea mucho decir.

Todavía hoy colean las vergüenzas de las que somos los españoles responsables, razón por la cual mantenemos una deuda moral que no será saldada mientras se mantenga el sufrimiento del pueblo saharaui, atado de pies y manos por la dictadura marroquí y la pasividad de los diferentes gobiernos españoles, el último de los cuales el del talantoso ZP.

Son varias las iniciativas que se anuncian para los próximos días que reclamarán el derecho a la autodeterminación que a las colonias asiste, entre ellas las que llevará a cabo el nuevo partido de Rosa Díez, una especie de aire fresco en el tenebroso y aburrido panorama político español. En fin, sea quien sea quien las plantee, será justo y necesario que participemos en ellas. Nunca es tarde, ciertamente, para rebelarse contra una injusticia tan flagrante como ésta, demasiado duradera en el tiempo y a la que debe ponerse fin.

martes, 14 de octubre de 2008

ASPIRAMOS A TENER REPRESENTACIÓN PARLAMENTARIA.

Trataré de realizar un esfuerzo para intentar hacer ver a los todavía dudosos de los prometedores resultados que podrían esperarnos en las próximas elecciones autonómicas, si las encuestan que por nuestro alrededor pululan y los datos de los que disponemos no mienten casi fraudulentamente (2 escaños en Álava y 1 en Vizcaya, según dice la última encuesta conocida). Prefiero la prosa y el proselitismo de bar, con resultado poco contrastable, pero como todo se profesionaliza y los programas informáticos abundan, parece poco recomendable que obviemos ciertos datos numéricos para saber cómo y dónde se puede mejorar y, de paso, nos motiven para algo que resulta más que probable: aspiramos a tener representación parlamentaria.

En fin, valiéndome del trabajo de compañeros a los que les gustan más estas cosas, os digo: en las elecciones generales de 2008, obtuvimos: en Álava 2.019 votos, el 1.18%, con una participación del 69.63%. En Guipúzcoa, 2.620 votos, el 0.80%, con una participación del 57.38%. En Vizcaya, 5.997 votos, el 0.95%, con una participación del 66.59%.

Para obtener escaños al Parlamento Vasco la Ley exige alcanzar el 3%, frontera que no garantiza dicha representación. Observando resultados de Autonómicas anteriores, deberíamos sacar por lo menos el 3.5%, con ciertas diferencias según provincia.

El tema clave será qué participación habrá. Es dificil saberlo y dependerá de distintas variables, entre las cuales la más dilucidatoria será la presencia o no de los representantes batasunos, cosa harta complicada a día de hoy, pero nada descartable dentro de un par de horas.

Suponiendo una participación del 75% en las tres provincias y partiendo del 3.5% de votos mínimos supuestamente necesarios para lograr escaño, en Álava nos harían falta 6.546 votos, 14.979 en Guipúzcoa y 25.118 en Vizcaya. Esto es, ni mucho ni poco sino todo lo contrario.

En el Euskobarómetro de Mayo que mis fuentes citan, se plantea una participación del 66% en Álava, del 57% en Guipúzcoa y del 64% en Vizcaya. Pues bien, con esta participación quizás más realista para el análisis, necesitaríamos 5.761 votos en Álava, 11.383 votos en Guipúzcoa y 21.413 votos en Vizcaya. Ésta sería la especulación más realista, con todas las comillas que se quieran, pues es una participación que además se acerca bastante a las habidas en pasadas elecciones, con sus matices.

Entiendo evidente el peso de la capital alavesa en el conjunto de la provincia: 73.41% del censo de Álava. En Vitoria obtuvimos el 1.35% y en el conjunto provincial, el 1.18%.

El censo de San Sebastián es el 25.61% del censo de Guipúzcoa. En Donosti se lograron unos excelentes resultados: el 1.35% de los votos y, en el conjunto de Guipúzcoa, el 0.80%.

El censo de Bilbao es el 29.71% del censo de Vizcaya. En Bilbao sacamos el 1.23% y en el conjunto de Vizcaya, el 0.95%. Para obtener en Vizcaya la proporción de censo del 73.41% (peso de Vitoria en Álava), habría que unir Bilbao, Getxo, Leioa, Barakaldo, Basauri y otros 20 municipios más, en el conjunto de los cuales obtuvimos el 0,77% de los votos en las pasadas elecciones de marzo del 2008.

Podríamos decir unas cuantas cosas más y extender hasta la extenuación estas aproximaciones: por ejemplo, que el electorado alavés no es fiel al PSOE o al PP por naturaleza sino que es más volátil, más permeable a mensajes constitucionalistas diferentes (véase, CDS en los años 80 y UA en los 90, sin que esto sirva para ni siquiera imaginar que comparo nuestro proyecto con el de éstos). Y volviendo al aspecto demográfico: Vitoria concentra el 80% de la población alavesa, lo que hace que, efectivamente, un 4-4,5% en la ciudad te garantice el escaño.

Por todo lo cual concluyo que es más que probable que logremos lo que tenemos en mente y que habrá que repetir para que los más dudosos se lo crean. Y que por esfuerzo no va a quedar. Efectivamente, estaremos presentes en cada una de las tres provincias porque las tres son clave en el proyecto que defendemos.


domingo, 12 de octubre de 2008

MATEO EN SU DESCAPOTABLE.

Mateo decidió meses atrás regresarse a su Andalucía natal y son escasas las semanas que le quedan entre nosotros: cualquier día de estos puede ser su día de partida. Es por esto que el viernes pasado celebramos una cena para despedirlo como se merecía (¡algún día colgaré los videos, grabados a las 4 de la mañana!), ahora que corren tiempos donde personas de su valía nos son tan necesarias. Y especialmente de su valía, tan escasa y difícilmente localizable: personas de esas que te escuchan incluso las cosas que no tienen mayor importancia. Cualquier día de estos marchará para Sevilla a trabajar en un puesto que le supone un ascenso, bien merecido por lo que nos cuenta. Tras veintitantos años de permanencia en esta Euskadi tan incómoda incluso para muchos que nacimos en ella, se acomodará en un lugar cercano a parte de su familia. Es cierto que nos da mucha pena dejar de contar con un compañero que nos ha ayudado tanto, tan predispuesto a currar en lo que fuera, tan sensible y educado, tan cercano, pero no es menos cierto que nos alegra verlo ilusionado con una nueva etapa en su vida, que como tal lleva consigo inseguridades y acechanzas, pero que promete y le será fructífera. Como escucho a mis compañeros con insistencia, le va a ir fenomenalmente bien y además se lo merece. Estamos seguros de ello.


Relan estaba especialmente afectado y me insistía que le echará mucho de menos. Cuando dudó y se le presentaron problemas, los enfrentó con su ayuda. Su mano derecha, el apoyo necesario, insistía. No hay sustituto para él pues es único en su forma de comportarse. Tan pronto capaz de bailarse unas sevillanas como perseguir durante metros a una mujer que nos lanzaba improperios en el paseo de la Concha, tratando de conseguir lo imposible: que atendiera a razones alguien que nos odiaba. Es de esos tan sensibles que piensan que siempre hay una esperanza para convencer al que desconfía, pero tan sensato como para saber que, mientras esto no ocurre, uno debe seguir rebelándose ante las injusticias. Cinéfilo hasta sentirse uno consumidor de malas películas, conversador, cariñoso, cercano, amable y generoso. De esas personas que transmite cosas que no pueden traducirse con palabras.


Te va a ir muy bien, amigo Mateo. Te vamos a echar de menos pero nos veremos pronto. A tí y en tu nuevo descapotable.


Un fuerte abrazo.

miércoles, 8 de octubre de 2008

EGUIGUREN QUIERE HABLAR.

El Gobierno socialista lo ha desautorizado... pero Jesús Eguiguren, ese vasquista convencido de taciturno carácter, sigue siendo presidente de los socialistas vascos y, no únicamente eso, sino ideólogo del partido y quien marca las distintas estrategias, en el corto y en el medio plazo. Obviamente, es mejor que el partido lo haya desautorizado, pero creo que es ésta una de esas ocasiones donde podemos lamentarnos de que el mal esté ya hecho. No por el proceso sobre el que nos mintieron y que un servidor inicialmente se creyó, que también, sino por estas últimas declaraciones de Jesús Eguiguren donde insiste en la necesidad (quizás no tanto deseo, o quizás sí) de hablar con los terroristas o sus representantes para buscar una especie de punto intermedio, como les gusta decir a los profesionales de la pacificación. Ignoro si sus palabras son producto de la búsqueda de votos como principio primero de la política española (y que, directamente, nos arruina) o si nace de un convencimiento innato, casi mesíanico. Es la eterna duda que nos acecha. Dudo si lo que dijo lo dijo porque era en la radio pública vasca donde mejor se puede pescar el tipo de votante que necesitan, o porque no ha aprendido la lección, que aún quedan rezagados.
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En fin, Jesús Eguiguren debería saber que la base primordial para lograr el desestimiento de los terroristas y todo su mundo (esto es, su derrota definitiva) es que tomen conciencia clara de que no tienen posibilidades de ningún tipo para inmiscuirse en nuestras decisiones políticas, bien por incapacidad para torcer nuestro firme propósito, bien por el ocaso de su capacidad operativa. Para este segundo punto es necesaria una mayor implicación de la Ertzaintza y de los cuerpos y fuerzas de seguridad de Francia, donde todavía se cobijan las comadrejas, y para lo primero, la clave suprema, se necesitan políticos con principios y firmes convicciones en la defensa de la democracia y en el rechazo decidido a cualquier tipo de componenda.

domingo, 5 de octubre de 2008

UN AÑO JUNTOS.

Lo recuerdo bastante bien, creo. El día que nació el partido, madrugué demasiado. Pero la distancia geométrica lo exigía, así que tuve que partir, conociendo mi prudencia al volante, a eso de las 5 y media de la mañana. Ayer asistí al primer aniversario después de una noche en la capital, adonde llegué en tren y muy bien acompañado: con los Javis vitorianos y Thomas, y con Loreto, que se quedaba en Vitoria. Hace un año fui solo, los ojos inevitablemente rojos, culpa de la vigilia y de la carretera, y me presenté, ya era hora, a Maite y Fabián, los primeros que reconocí junto al teatro que acogería el acto, mientras peleaba por hacerme con algo de café, unas gotas al menos, de esa máquina reflejo de la penuria económica. Fue cuando conocí a Marisol, teléfono en mano, quien me llevó en volandas de un lugar para otro, presentándome a algunos de los que hoy son mis compañeros y sin embargo amigos. Si no recuerdo mal, y estas cosas no se olvidan, el acto lo disfruté a la izquierda de Arantza, junto a otros compañeros vascos, del mismo modo que ayer lo hice, casualidades de la vida. Entre ella y servidor se sentó ayer la hija de Félix, pero desconozco su nombre y no me atreví a preguntárselo.

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Después del acto de presentación hace un año, me acerqué a casa de Iker y Marta, donde me recibieron como se merecen ellos que se les reciba: con buen vino. Y unos entrantes de picoteo y almuerzo a base de un pollo al curry que ahora cocinamos en casa y ... siesta en su cama, con todo el morro del mundo, de la que desperté, qué sé yo, a eso de las 8 y media de la tarde. Luego salimos a cenar y seguimos conversando, pero apenas recuerdo nada más de todo esto, pues mezclo unas noches con otras, y sospecho que describiría una noche distinta si digo que aquella fue la velada en la que cené sólo con Iker, en ese restaurante donde uno se hace su propia carne. Tampoco importa demasiado: lo que importa es siempre la compañía y apenas tienen valor las fechas, memorizar sin equivocarse un calendario vital o poder nombrar sin problemas esos lugares donde reimos juntos.

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Este viernes pasado comí con Iker y con un amigo suyo en un chino, frente al hotel donde celebraríamos un poco más tarde la reunión del Consejo Político. Este amigo me preguntó del modo en que me gusta que se pregunten las cosas, de sopetón y sin miedo, con confianza: ¿Y cómo así que a uno le da por destinar parte de su tiempo de ocio a la política? Como sé el desprecio que los idealistas sospechosamente políticos despertamos, le respondí del único modo que sé hacerlo: a corazón abierto: comprenderás que hay quien se mete a discutir sobre los asuntos públicos por ansia de poder, ampliar la lista de clientes o hacerse rico. Yo lo hago porque soy tan ingenuo como para seguir pensando que podemos mejorar el mundo.

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Después del Consejo es cuando saludas a personas que aprecias, en ocasiones confundiendo nombres, mezclando caras y revolviendo lugares geográficos, razón por la cual uno no se sorprende cuando olvidan su nombre o lo relacionan con lugares que aprecia pero que ni siquiera conoce. No importa: cada día me equivoco menos y ya controlo la mayoría de los nombres. Era y es cuestión de tiempo.

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Teníamos sitio en la cena porque hay personas como Antonio, que nos apuntan por defecto a una lista que se amplia hasta los 50. Me cruzo en las escalares con Álvaro, que busca a su novia y me siento a la derecha de Rafa, frente a Rosa, y se acerca Guzmi, merecedor del Goya. Lástima, no recuerdo el nombre de se sentó a su derecha, con quien debatimos largo y tendido acerca de distintos temas: tú pertences al ala socialdemócrata del partido y otras cosas graciosas. Guzmi me apuntó en una hoja que ahora tengo delante un par de libros interesantes. Como eres un sabio, le dije, los leeré con mucha atención y tomaré nota. Y él, con su envidiable acento madrileño y derroche argumental, lo siguió demostrando. Luego llegaron Mari Jose y Charo y más tarde Relancio y Javi y Mateo y Mariví y otros de los que aprendo tanto. Y sigues dando besos y ofreces la mano y se crea un clima muy agradable. Y luego Carlos sentado en el sofá con los valencianos y yo con mi JB con naranja, y el segundo de ellos compartido con quien un gin tonic entero le parece exagerado, ahora que todavía somos tan jóvenes. Y el bar que se apaga. Fuera dudamos pero encontramos un garito, donde acabamos siete u ocho de nosotros.
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¿Y el acto conmemorativo propiamente dicho? Bueno, otro día o quizás nunca lo cuento. Basta por hoy de politiqueo, como dijo la guapa cantante.

jueves, 2 de octubre de 2008

¿QUIÉN MATÓ A DANIEL PEARL?

No es mi intención en absoluto ocupar el espacio que brillantemente viene ocupando Álvaro Ballesteros con su brillante blog. Ni tengo intención ni tengo capacidades, aunque debo decir que me gusta asomarme a la realidad internacional de este mundo globalizado, picoteando aquí y allá, sin mayor pretensión que la de aprender y dejarme sorprender por lo que ocurre tan lejos y tan cerca nuestro. Sin analizar nada demasiado profundamente, pues seguramente metería la pata. No obstante, como soy un idealista y un curioso, creo reconocer injusticias internacionales y he clamado contra guerras injustas (con el fastidio que esto provoca entre algunos). Estos días, sin ir más lejos, ando sorprendido ante una noticia que nos viene dando la Cadena Ser, que dicen ha debido causar gran revuelo: el espionaje español acusa a los servicios secretos pakistaníes de colaborar con Al-Qaeda y los talibanes. E irremediablemente me ha venido a la cabeza el libro “¿Quién mató a Daniel Pearl?”, escrito por Bernard-Henri Lévy, célebre y vehemente pensador, novelista y ensayista francés. Ya en ese su libro, publicado en 2003 y que leí años atrás, el filósofo, tras indagar pormenorizadamente los vericuetos del caso (secuestro y ejecución del periodista americano Daniel Pearl en Karachi, escalofriantes imágenes televisadas a medio mundo), concluía, ante mi perplejidad, que los servicios secretos pakistaníes no sólo permitían la existencia en su país del yihadismo más radical y asesino, sino que lo apoyaba y financiaba. Supongo la cosa quedó ahí y ni siquiera la película protagonizada por la actriz de sobrevalorada belleza, Angelina Jolie, removió más el asunto, aunque tampoco recuerdo que dicha película acusara tan abiertamente como el libro lo hacía a los servicios secretos pakistaníes, ahora nuevamente señalados.

miércoles, 1 de octubre de 2008

LAS ALAMBRADAS DE IBARRETXE.

¿Escuchasteis al señor Ibarretxe en el pleno de política general en el Parlamento Vasco? ¿Atisbasteis cierto resto de raciocinio en sus vocablos? ¿Cierta clarividencia, cierto pose intelectual, alguna idea que pudiera rescatarse? ¿Generó algún tipo de confianza, algún tipo de afinidad al que pudiéramos agarrarnos, en última instancia, ahora que tres legislaturas insoportables pasarán de la papelera de reciclaje al basurero? ¿Puede el señor Ibarretxe ser el lehendakari de, no ya todos los ciudadanos vascos a los que mayoritariamente desprecia, sino al menos de un puñado de vascos cercanos a la mayoría? ¿O ni siquiera eso pues muchos ex votantes suyos lo consideran más una especie de mesías chistoso que un político responsable? ¿Fue este señor muestra del conflicto político que dice subsistir en Euskadi o, más bien, muestra evidente de una paranoia que comienza incluso a dar cierto miedo y con ciertos rasgos más clínicos que políticos?
El lehendakari Ibarretxe (cuesta cada día más unir estas dos palabras, ciertamente) habló no sé que de unas alambradas que el Estado que él representa y del que formamos parte quisiera levantar entre dos supuestos territorios que él debe atisbar más allá del túnel, divisibles por arte de magia y por el bien común, nos cuenta. Alambradas las suyas, evidentemente. Las suyas y las de la ideología que representa, ese nacionalismo reaccionario que padecemos, amigo de las señas identitarias como garantes de los derechos individuales, semilla de discordias, fronteras y guerras fraticidas. Él y su nacionalismo y su isla como proyecto alcanzable algún día, tapiada y divergente con el resto de los mortales, nunca mejor dicho. Alambradas que separen familias, cuadrillas y amigos, artificial y gratuitamente.
El PNV lo ha elegido, dicen, como si elección fuera decidir algo carente de alternativa, como si no fuera un mal menor, como si hubieran podido presentarnos otra cosa. Para elegir un candidato más radical o independentista, tendrían que haberlo buscado en las filas de la izquierda abertzale, directamente. Elegir uno más moderado (hay cientos pero están a resguardo, tirándose de los pelos, supongo, y esperando que pase la tormenta) supondría asumir el fracaso de diez años y darnos la razón a unos cuantos, inclusive a Imaz, ese mal ejemplo que clamó en el desierto. Y elegir otro como él pero distinto es literalmente imposible: los vascos somos raros, pero no tanto.

PÁJAROS EN LA CABEZA.

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